Del trabajo en equipo al lobo solitario (cómo la fotografía refleja el cambio en la forma de trabajar en la sociedad)

17 febrero 2025 - Videomarketing, publicidad y branding - Comentarios -

Lo que la fotografía nos enseña sobre cómo ha cambiado la vida y el trabajo.

Si hay algo que la fotografía refleja mejor que cualquier otra disciplina, es el cambio. Desde los días en que todo se capturaba en película (carrete) hasta la era digital de los megapíxeles y los algoritmos, hemos sido testigos de cómo la tecnología y los tiempos transforman no solo nuestra manera de trabajar, sino también nuestra forma de vivir y colaborar. 

Hoy, las cámaras ya no solo son herramientas: son testigos mudos de una evolución vertiginosa. Hemos pasado de trabajar colectivamente a un individualismo digital, que, aunque tiene sus ventajas, también nos invita a reflexionar sobre lo que vamos perdiendo en el camino, quizás para no recuperarlo jamás. 

Por eso en este articulo vamos a explorar todo esto.

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Antes: La fotografía como sinónimo de equipo. Hubo un tiempo en que ser fotógrafo era sinónimo de comunidad. Para lograr una gran sesión, hacía falta algo más que el fotógrafo: 

 - El equipo técnico, que cargaba luces, reflectores y fondos. 

 - El laboratorio, donde expertos revelaban con precisión los negativos en cuartos oscuros llenos de química y paciencia. 

 - En los proyectos más grandes: los creativos, que daban vida a una idea juntos, como una orquesta en perfecta sincronía. Cada disparo se construía colectivamente, y el resultado final llevaba el ADN de todos los involucrados. No había espacio para el ego: la cámara era solo una parte de un engranaje mucho mayor. 

Hoy: La fotografía como arte del "lobo solitario" Con la llegada de la tecnología digital, la narrativa cambió. Ahora, un fotógrafo puede ser todo: 

- Director, editor, retocador y hasta community manager. 

- Las herramientas actuales ( software como Lightroom o Photoshop) permiten que todo el flujo de trabajo sea controlado por una sola persona.


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Sesión de fotografía de FBR en Madrid 

Este cambio nos ha dado una autonomía sin precedentes, pero también nos ha llevado a enfrentar desafíos que antes compartíamos con otros: la presión de ser "todólogos", el peso de la creatividad en solitario y lo que, desde mi punto de vista es lo peor, el riesgo de desconectar con los demás. ¿Qué hemos perdido? 

1. La riqueza del intercambio de ideas

Antes, la mayoría de los proyectos de fotografía eran como laboratorios creativos donde la colaboración daba lugar a algo mayor que la suma de sus partes. Cada integrante del equipo aportaba algo único, un enfoque o técnica que enriquecía el resultado. Evidentemente trabajar para una gran marca, sigue siendo un poco así, sin embargo: ya hay multitud de pequeñas marcas, o proyectos más “humildes” en los que todo esto recae en una o dos personas. 

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Proceso de Makeup por la Makeup artist; Silvia Martín con la actriz y modelo Sonia Nguyên, en una sesión de FBR. 

Ejemplo: Piensa en una sesión de moda clásica en los años 90. El fotógrafo disparaba, pero el estilista sugería cómo colocar un accesorio, mientras el asistente de iluminación ajustaba las luces para evitar sombras duras. Todos trabajaban juntos para dar vida a la imagen perfecta. Hoy, un fotógrafo independiente puede encargarse de todo, pero pierde la riqueza de esa lluvia de ideas en tiempo real.

2. La camaradería de los proyectos compartidos. Las sesiones de antes no solo eran trabajo, también eran momentos de conexión. Mientras se montaban las luces o se ajustaban los fondos, surgían anécdotas, risas y un sentido de equipo que trascendía el proyecto en sí. 

Ejemplo: El trabajo en un cuarto oscuro, aunque eso ha quedado muy lejos,  revelando carretes. Había algo mágico en ese espacio compartido, donde los fotógrafos y técnicos esperaban juntos a ver cómo emergía una imagen bajo el químico. Esa expectativa y la reacción colectiva al ver el resultado eran insustituibles.


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Foto de la sesión anterior: Makeup artist: Silvia Martín. Model: Sonia Nguyên, en una sesión de FBR.

3. El proceso como experiencia colectiva

Antes, los errores no eran solo lecciones individuales, sino aprendizajes compartidos. Si algo salía mal, todos discutían cómo solucionarlo: desde el ajuste de la composición hasta la calibración de la luz. Ejemplo: En una sesión de retrato grupal, si el flash no funcionaba, el asistente técnico revisaba el equipo mientras el maquillador aprovechaba para retocar a los modelos. El error se convertía en una oportunidad para mejorar en equipo. Hoy, al trabajar solos, esos errores pueden sentirse más pesados, porque la responsabilidad recae totalmente en una persona.


¿Qué hemos ganado? 

1. Autonomía creativa

Hoy podemos tomar una idea y llevarla desde el concepto hasta la entrega final sin depender de terceros. Esto ha permitido a muchos fotógrafos expresar su visión sin intermediarios ni limitaciones. 

Ejemplo: Un fotógrafo de viajes que antes necesitaba contratar a un editor o buscar un impresor, ahora puede capturar, editar y publicar directamente en redes sociales como Instagram, compartiendo su trabajo con una audiencia global en minutos. 


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Sesión fotográfica FBR para la empresa de viajes Womderland. Claro ejemplo de cómo se hizo el total del trabajo con solo el fotógrafo y dos modelos. 


 2. Velocidad y eficiencia La tecnología nos permite trabajar más rápido, responder al momento, adaptarnos en tiempo real. No hay que esperar días para revelar carretes o depender de procesos largos y complejos. Ejemplo: En un evento corporativo, un fotógrafo puede capturar imágenes, editarlas rápidamente en una Tablet o portátil y entregarlas al cliente esa misma noche. Esto no solo ahorra tiempo, sino que también mejora la experiencia del cliente.

3. Accesibilidad

Ser fotógrafo ya no requiere tener un equipo enorme ni un estudio especializado. Con un buen ojo y un smartphone, cualquier persona puede contar una gran historia. Ejemplo: Hoy en día, fotógrafos emergentes están ganando premios internacionales con imágenes tomadas desde sus teléfonos, algo que era impensable hace 20 años. Este cambio ha democratizado la fotografía, permitiendo que más voces y perspectivas lleguen al mundo. 


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Sesión fotográfica FBR para la empresa de viajes Womderland. Claro ejemplo de cómo se hizo el total del trabajo con solo el fotógrafo y dos modelos.


¿Individualismo o colaboración? 

El balance perfecto 

A pesar de los cambios, hay algo que la fotografía sigue enseñándonos: la importancia del balance. Aunque ahora tenemos herramientas para trabajar solos, el poder de la colaboración sigue siendo innegable. 

 - La fotografía de moda sigue necesitando modelos, estilistas, diseñadoras, make up…

- El video corporativo, en presupuestos medios, aun requiere de: operador de cámara, guión etc. 

 - Incluso en proyectos más individuales, buscamos feedback, críticas constructivas y comunidad en redes sociales.


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La lección que nos deja esta evolución es clara: no se trata de elegir entre ser "lobos solitarios" o trabajar en equipo, sino de aprovechar lo mejor de ambos mundos. Aprender a construir nuestra autonomía, pero sin perder de vista la riqueza de colaborar y conectar con otras personas. 

Cada clic es un cambio.

La fotografía nos recuerda que cada clic captura un momento único, pero también que detrás de cada imagen hay un proceso, una historia. En el trabajo y en la vida, los cambios son inevitables, pero tenemos el poder de decidir cómo nos adaptamos a ellos. 

¿Trabajamos en solitario? Bien. ¿Colaboramos con otros? Perfecto. Pero que cada proyecto sea un reflejo de nuestra pasión por crear algo que impacte, o al menos que sea algo personal y que despierte emociones. 

Porque al final, ya sea en equipo o por nuestra cuenta, lo importante no es la cámara, lo realmente es lo importante es la visión tras ella.


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